Es un estudio de Francisca Martín-Cano, quien nos da una versión totalmente opuesta de la imagen que tradicionalmente hemos aceptado como válida de la época prehistórica. La principal tesis de la obra nos habla de una manipulación o “sesgo androcéntrico” según el cual, a las mujeres de la prehistoria se les asignaron los roles sociales “en función de los estereotipos del patriarcado.
El libro hace una dura crítica a las teorías de prehistoriadores clásicos, como el abate Henri Breuil o José Miguel de Barandiarán, sacerdote. Estos y otros estudiosos hicieron un relato de la prehistoria basado en sus ideas religiosas, patriarcales, en las que el papel de la mujer era mínimo y subyugado a la figura masculina en todos los ámbitos de la vida. La autora llega incluso a demostrar que Breuil habría modificado en copias posteriores, imágenes prehistóricas originariamente femeninas y las habría convertido en representaciones masculinas.
Con el análisis de miles de imágenes femeninas rescatadas de los yacimientos peninsulares prehistóricos, Martín-Cano demuestra una y otra vez la amplísima presencia de imágenes femeninas que nos dibujan un pasado protagonizado por una deidad femenina, la Diosa Madre. Un pasado en el que se desconocía el papel del hombre en la recreación haciendo de la mujer la figura principal en la perpetuación de la estirpe.