Recordando a Margarita Pisano
Tengo una tristeza
que apenas puedo nombrar
está hecha de sal
y ha tomado la forma de una estatua
alta y grande por los años
a la que le rindo culto cada amanecer
para que no se olvide de mí,
mi pena
Queda en ella
lo último que le di,
que le pude dar
por eso me enfrento
al olvido
que cada anochecer
desde la cordillera
acecha
mirando hacia la ventana de mi cuarto
Es blanda la almohada
donde mi pena descansa y sueña
no sé qué haría sin ella
cómo me defendería
de la Ilusión
de sus sutiles tentáculos
de la Amnesia
¿Cómo me podría salvar?
probablemente ya estaría muerta,
Tristeza.
Andrea Soledad
Que buena poesía, Andrea. Me emocionó mucho.