Por Andrea Franulic, 2018.
Menos que nunca hoy debemos adherirnos a los proyectos de la igualdad de género y de la teoría queer, pues haremos el ridículo al intentar maquillar, una vez más, una derrota. Asistimos al fin del patriarcado, como dicen las feministas de la Librería de las Mujeres de Milán. Sin embargo, esto quiere decir que debemos estar muy preparadas, nuestro pensamiento tiene que ser muy consistente y nuestras prácticas políticas muy bien enfocadas. Pues, como todo imperio que cae, lo hace con total estruendo, luciendo su decadencia sin pudor, afinando sus tácticas de guerra más primitivas para salvar lo insalvable. Y si tiene que depredar todo lo vivo, como siempre lo ha hecho, no dudará en hacerlo; y si tiene que arrasar con nuestros cuerpos mediante la violencia física, sexual y simbólica, no dudará en hacerlo, pues así funciona la desesperación del poder que se derrumba, cuando ya no le preocupa ni siquiera guardar las formas ni composturas.
Las tomas feministas en las universidades chilenas están evidenciando el fin de la Era del Hombre. Pero tenemos que estar atentas, mujeres, porque las estrategias patriarcales de absorción y robo son muy eficientes, dado el tiempo de ensayo que llevan desarticulando la libertad de las mujeres. Van a pretender cooptarlas desde la academia, la política con poder, la prensa oficial, incluso desde las corrientes que se dicen feministas, pero niegan la diferencia sexual femenina y no encuentran valor en la política de las mujeres. Para estar preparadas, necesitamos recuperar lo que nos pertenece, lo que siempre ha estado ahí: el orden simbólico de la madre, la lengua materna, la historia de las mujeres que es la historia de la humanidad… en ello, residen nuestra libertad y fuerza creativa. También en los ámbitos de nuestra vida que han sido robados y tergiversados, encontraremos materia prima necesaria para descubrir y crear otra cultura. Es la única manera de salvaguardarnos de la caída estrepitosa del imperio masculino.