Bestia Inefable [1]

 

Por Andrea Franulic Depix

 

 

Iskra Pavez Soto publicó su quinto libro en agosto de 2019 y, en esta oportunidad, ha sido su poesía la que nos ha querido regalar como un don preciado de su lengua materna. Bestia Inefable. Sociopoéticas es el título de su obra.

Iskra escribe como mujer, porque, al decir de María-Milagros Rivera, quien, a su vez, cita a la filósofa Simone Weil, “escribiendo como mujer, una comparte con otra, con otro, con el mundo, esa parte profunda que ‘ha permanecido desde la primera infancia perfectamente intacta e inocente’.”[2]

Por lo mismo, la escritura femenina es inclasificable por la teoría literaria androcéntrica:

“Por eso, también, es ocioso el comparar la escritura femenina con los escritos de hombres de sexo masculino: se pueden escribir lo que ellos llaman ríos de tinta compulsándola compulsivamente con unos y con otros pero, como suelen hacer los ríos, estos seguirán su cauce sin tocarla. Se le pueden aplicar cánones literarios y perspectivas varias sin que den ningún resultado. Se le pueden encasquetar conflictos de intereses de la Iglesia y el Estado a los que no responderá. Se puede enjuiciar su ortodoxia o heterodoxia, y no reaccionará. Se le puede asediar con ejércitos universitarios y pasará de largo. Porque ocurre que resulta superfluo comparar lo incomparable.”[3]

Yo paso de largo, junto a la poetisa Iskra, de cánones literarios, conflictos de poder, encasillamientos innecesarios. Iskra escribe como mujer. Lo digo pues, en su poesía, está la presencia de su madre, la relación permanente con su origen. Es una relación que también deja ver un resentimiento de la niña Iskra a la madre, un reproche, un desear que las cosas hubiesen sido distintas. Sus reproches no alcanzan a empañar, ya no, el amor a la madre, de quien, precisamente, aprende la lengua[4], por eso, para una mujer, pagar la deuda simbólica con la madre[5], como lo hace Iskra con su escritura, es fuente necesaria de libertad y originalidad:

“Enséñame (…)

Las formas de tu resistencia

Tejes tus chalecos

Las mantas y calcetines

Cosechas tus limones

Brevas y nísperos

Haces bolsos de bolsas

Pintas el género

Juntas a veinte mujeres a hablar de sí mismas”

(La protegida).

 

Los reproches vienen de la experiencia de abuso sexual sufrida por Iskra, en la infancia, en manos de su padre, como nos lo cuenta en su libro La niña liberada; este trauma sigue presente, rondando, aunque transmutado en creación y, por lo mismo, en belleza, más allá del dolor:

“Un día la víctima se cansa de ser víctima

Divaga en la inmensidad de su ser

Se agota

Se apaga

Se alquimiza

Renace

Ha sobrevivido a la victimización

Ese día, la víctima ha comenzado a dejar de ser víctima”

(La víctima).

 

Quiero que mi mami

Me defienda, como defiende a sus plantas…

Sabemos, por el trabajo de María-Milagros Rivera, que Emily Dickinson sufrió incesto hasta su vida adulta de parte del padre y el hermano. Y sabemos que “a veces en las casas se cometen delitos tan graves que no caben en la cabeza de nadie, ni siquiera de las madres. Y por eso, aunque la madre sospeche que algo pasa, no lo registra, no se lo puede creer; y no actúa, no es capaz, se ve superada por los acontecimientos.” [6] Pese a todo, Emily transmutó su sufrimiento en poesía y nunca calló estas vivencias dolorosas, pues están todas dichas en clave poética-alegórica. El sufrimiento no la derrumbó, la salvó: “Salvar ¿de qué? Salvar de no sentir nada, o sea, de la indiferencia, de que todo te dé igual y, entonces, te hundas poco a poco en la marisma o en el barro. Entender esto fue el secreto de la grandeza de Emily Dickinson.”[6] Tampoco ha derrumbado a Iskra que, como Emily, se ha salvado en su escritura femenina, en su poesía. Nada la ha callado ni nada la ha separado de su madre.

Otro tema de Bestia inefable es el de las perras quiltras y callejeras. El amor a las perras/os y a los animales en general, es algo que comparto con la autora. Clarice Lispector, una grande que escribe como mujer, dice que “Tener un animal es una experiencia vital. Quien no convivió con un animal le falta cierto tipo de intuición del mundo vivo. Quien rechaza la visión de un animal está con miedo de sí mismo.”[7] Iskra no rechaza la visión de un animal. Además, en este país, los animales vagan por las aceras, famélicos y sarnosos, famélicas y sarnosas, pues, como dice la poetisa, las más abandonadas son las hembras y, todavía más, las de color negro. En este sentido, la poesía de Iskra se enraíza a sus calles, territorios, sitios eriazos, de este rincón al sur de Latinoamérica, al sur de la abyayala. Quiltra, quiltro son expresiones del mapudungun. Las connotaciones que ha tomado la palabra, en el régimen androcéntrico, son despectivas, racistas, misóginas. En la poesía de Iskra serán resignificadas y nuestras quiltras serán nuestras heroínas. Tienen nombres, Altea, Nina, Latoya, Dominga, Amara y tantas otras. Para ellas:

“Tú hablas el idioma de la lealtad

Regalona sin fin

Dame argumentos para adoptarte

¿Sabes acaso de abandono y dolor?

(…)

Altea te llamarás

Dos veces buscaron tu hogar

Manías, traumas demás

Vomita en auto

No juega, no come

Mira en silencio, profundo y agraz”

(El castillo de la pobreza).

 

Otras temáticas quedan en el tintero y son cruciales en la obra. Entre dichas temáticas, está, por ejemplo, la del feminismo, con el cual la poetisa tiene una relación contradictoria. Se siente una paria entre las feministas “Yo no existo para las feministas (…)”. ¿Alude al feminismo ideológico?[8]. “Yo no soy feminista” reiterará una y otra vez en la poesía que titula, justamente, así. También está Colina, la población que la vio nacer y crecer: su gente, sus calles, su tierra escarpada. Y está ella misma, su nombre propio, sus íes, su desenfado y resentimientos.

El libro termina con la palabra Amor y no por casualidad; y es con amor como la palabra se aprende:

 

La palabra más linda del mundo

Libélula

Luz

Inconmensurable

Infinita

Vida

Ademán

Ubérrimo

Susurro

Fugaz

(…)

La gente eligió amor”

 

Ese amor no es el amor romántico patriarcal, es el amor del orden simbólico de la madre que es apertura a lo otro diferente de mí[9]. Iskra lo sabe.

Las invito a reconocer, en la lectura de su libro, esa parte profunda que ha permanecido intacta e inocente desde la primera infancia en la poetisa. 

 

 

[1] Iskra Pavez Soto, 2019, Bestia inefable. Sociopoéticas. Chile: Forja.

[2] Rivera, María-Milagros, 2018, Escribir como mujer: Emily Dickinson y Virginia Woolf. Duoda, Estudios de la diferencia sexual, 54.

[3] María-Milagros Rivera Garretas, 2019, Sor Juana Inés de la Cruz. Mujeres que no son de este mundo. Madrid: Sabina editorial.

[4] Llamada, precisamente, lengua materna. Ver Muraro, Luisa, 1991, El orden simbólico de la madre. Madrid, España: Editorial Horas y Horas.

[5] Esta idea la tomo de Librería de Mujeres de Milán, 2004, No creas tener derechos. Madrid: Horas y horas

[6] Rivera, María-Milagros, 2018, Emily Dickinson. Madrid: Sabina editorial.

[7] Miranda, Consuelo, 1993, Clarice Lispector. Diccionario íntimo. Chile: Cuarto Propio.

[8] Librería de Mujeres de Milán, 2004.

[9] Luisa Muraro, 1991.

 

 

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