Este 8 de marzo del 2019, fue histórico, nunca había visto la Plaza Italia desbordarse por la Alameda, de esta forma, algunos diarios dijeron 190 mil, otros, 300 mil, difícil saberlo, pero al estar allí se sabía que era más que ese número. Ya en el metro Baquedano, las mujeres salían como hordas a las seis de la tarde, convocadas por la Coordinadora Feminista. Se podía presentir que la Huelga había sido un éxito. Mujeres de todas las edades y estilos, estaban allí para decir “aquí estoy, existo, no más violencia, ni una menos, abajo el Imperialismo, Mujeres asesinadas por la dictadura de Pinochet, No a la violencia animal”, distintos malestares que nuestra sociedad vive hoy en una democracia que no se siente.
Insistiendo, hoy, que las feministas autónomas no luchamos por la igualdad con los hombres. Más bien, abogamos por un mundo distinto en que cada uno sea respetado como persona. Convocando al cese de las guerras del patriarcado, que se auto designa salvador de la humanidad para robarse las materias primas de América Latina, como los más antiguos imperios: a la fuerza y con amenazas de retirar sus capitales.
Nosotras las autónomas llevamos a la marcha nuestra propia memoria: un lienzo de al menos 11 metros, en el que pintamos los al menos 200 nombres de las mujeres que fueron asesinadas a partir del golpe militar.
Ese día, durante dos horas apenas pudimos movernos, no se podía extender el lienzo. Ya cuando decidimos ir por los recovecos de la Plaza Italia, llena de vallas, pudimos extender el lienzo e ir avanzando por La Alameda y comenzar así la marcha. Fueron muchas las miradas
de sorpresa, muchas las que se acercaron a reconocer los nombres de mujeres. Una de ellas, me dijo, la que está ahí fue mi compañera de liceo, me gustaría tanto que pusieran su foto. Sí, es verdad , le dije , pero hasta ahora sólo se han reunido sus nombres. Su rostro estaba curtido por los años, pero sus ojos brillaban de esperanza al estar dando testimonio por su amiga asesinada. Se sentía también la alegría de poder expresar y visibilizar el descontento, la indiferencia de los gobiernos de turno; el hastío de un tipo de forma de vida, competitiva y patriarcal que divide y gobierna para una casta que cree tener la verdad sobre cómo tenemos que vivir las personas, como si fuéramos clones del imperio. Las feministas autónomas creemos en la vida comunitaria, en que las personas puedan expresar y vivir las diferencias sin racismo ni xenofobia.
Fueron muchas las fotos a este lienzo que hicimos hace más de quince años, y que sacamos a la calle cada vez que pudimos. Parecía que por primera vez se enteraran de que sí fueron tantas las mujeres asesinadas.
A la única mujer del congreso que vimos en la marcha fue a Pamela Jiles, quien se fotografió con el lienzo en apoyo a la memoria.
Quién sabe, si se puede llamar a la marcha como feminista propiamente tal, sin embargo la marcha de mujeres sí fue histórica, porque miles de mujeres se sintieron convocadas para expresar que no queremos rosas ni chocolates, pero sí que paren las guerras imperiales que no hacen más que ocultar la gran misoginia que sigue existiendo en contra de las mujeres, tan sólo por el hecho de serlo, por tan sólo exigir otra forma de vida, exigir que paren las guerras, exigir una vida digna para todas, exigir que pare esta competencia infernal de ricos y pobres, que paren las ideas de exitismo, de creencias sobre que hay unos superiores a otros, que tan solo prime nuestra humanidad para enfrentar los desastres que algunos han creado.
Para las feministas autónomas lo político es lo que marca la diferencia, no creemos que por tener trabajo o tener el mismo sueldo que los hombres en un sistema patriarcal capitalista nos hemos liberado.
Kira Maldonado